Las elecciones catalanas son el domingo, y ahí comienza mi
asombro: en principio no es un referéndum sobre la independencia. Son unas elecciones al
parlamento catalán. Pero algunos partidos han avisado: apoyarles a ellos es
apoyar un proceso de independencia que se pondría en marcha inmediatamente
después de las elecciones.
De los argumentos que he oído para solicitar la
independencia, he entendido cuatro:
-
España roba a Cataluña.
-
España dominó militarmente a Cataluña.
-
Cataluña quiere libertad e independencia.
-
España es un obstáculo para el desarrollo de
Cataluña en todos los órdenes.
No entiendo los primeros tres, ni cómo de ellos se deriva un referéndum; y mi incomprensión no
tiene que ver con que yo sea español.
Cataluña pertenece a un sistema solidario en el cual el que
tiene más da al que tiene menos. Se aplica a todos los niveles: particular,
municipal, autonómico y estatal. Es la base fundamental del estado social.
Ocurrirá sean o no independientes. Y siempre habrá alguien en desacuerdo con el
reparto. Si la solución es salirse del sistema, se abre ese camino para el
futuro en la propia Cataluña.
El pasado es lo único que se puede cambiar. Y podemos hacer
un mundo en el que hubo determinadas dominaciones militares si nos viene bien.
Pero las hubiera o no, la historia no devuelve nada, incluso aunque la podamos
reinventar por conveniencia. Boston no volverá a pertenecer a la corona inglesa, a pesar de
que se le arrebató militarmente. Ni España pasará a ser provincia saudí a pesar
de que se les arrebató militarmente. Podemos discutir ese pasado, pero ¿basar
un proceso de independencia en eso es razonable?
Todos queremos libertad e independencia. Es deshonesto basar
un referéndum de tanto calado utilizando dos conceptos tan vagos y tan
interpretables. Cualquiera que salga a la calle gritando “¡¡libertad e
independencia!!” tendrá inmediatamente una legión detrás apoyándole. Aunque luego
sea un reclamo para una estafa piramidal o para vender motos.
El cuarto punto es una cuestión de sentimientos. Y, contra
todo pronóstico, ahí sí estoy de acuerdo.
Un vendedor estadounidense me preguntó una vez por mi país,
y le dije que era de España. El hombre me contestó “¡Ah! España es ese país en
el que la gente se casa para siempre, ¿no?”. Las generaciones españolas entre
los 30 y los 60 años somos, por lo que voy viendo, los encargados de asumir
para las siguientes generaciones que a veces las relaciones se rompen, y que no
es ni pecado ni una monstruosidad separarse. Que se puede hacer con naturalidad
y sufriendo el menor daño posible. Otros países ya han hecho ese camino. Ahora
nos toca a nosotros.
Lo importante es que no estemos con quien no quiere estar con nosotros.
Y esto exactamente me dijo un amigo inglés cuando le pregunté qué opinaba de
estas elecciones, a la luz de su experiencia con el referéndum escocés. Le
pareció que estábamos armando un lío excesivo a partir una cuestión demasiado
simple. Dolorosa, pero simple al fin y al cabo.
En mi opinión el proceso es un error. Estamos mejor juntos.
Y muchos catalanes se sentirán estafados cuando comprueben que, pasado este
proceso - y salga como salga -, su vida no cambiará a mejor. Su nivel de libertad e
independencia no habrá mejorado y sus gobernantes les seguirán robando, como
siempre han hecho.
Aun así, si un pueblo quiere caer en la trampa de la publicidad
sin contenido, de seguir siendo gobernados por los mismos perros con distintos
collares, y de probar suerte a pesar de que las perspectivas no parecen buenas,
nada en el mundo lo podrá parar. Ni una supuesta soberanía en peligro, ni un
concepto carpetovetónico de España. Es verdad que hay una parte importante de
la población que no quiere la independencia. Tan verdad, como que la esencia de
la democracia es acatar lo que quiera la mayoría. Y si la mayoría quiere
independencia …
Y ello a pesar de que estoy convencido de que el orden
lógico sería primero deshacerse de los estafadores que les han gobernado hasta
ahora (y que ahora convocan el referéndum); y luego convocar un referéndum
limpio en el que se pregunte con claridad y en el que se explique la situación
real, y no esa nebulosa presidida por una libertad y una independencia que no
significan nada. Parece que una parte importante del pueblo catalán está
dispuesto a tragarse a CDC y a ERC con tal de ser independientes. Parece como
si no distinguieran bien quién es el verdadero responsable de su situación.
Cataluña se puede ir. Pero no en nombre de la libertad y la
independencia. En nombre de la libertad podría hablar un preso político chino,
o uno de Corea del Norte. En nombre de la independencia podría hablar un
ucraniano. Tampoco en nombre del dinero que España les roba. Porque hasta ahora
han sido parte de España, y el sistema es solidario. Ni en nombre de una
invasión militar precocinada.
Digan que se quieren ir
porque quieren probar suerte, o porque ya no hay amor. O porque tienen una
inquietud y creen que sólo la aplacarán caminando solos. Pero libertad e
independencia no. Es un insulto para las personas y para los pueblos que de verdad no la tienen.
Y a los catalanes, suerte con lo suyo. Ojalá se cumplan sus sueños, y ojalá en el camino de cumplirlos aprendan algo. Aunque duela.
Resulta que estoy bastante de acuerdo, o por lo menos más de acuerdo que en desacuerdo. Una de los aspectos más cansinos y prepotentes de todo este proceso, es desde mi punto de vista, el agotamiento al que en nombre de la "libertad y la independencia" han conseguido someternos a todos, españoles y catalanes. Cansino, porque llevan muchos, demasiados meses haciendo ruido, montando bulla y subiendo el tono hasta resultar violento. Prepotentes porque han decidido unilateralmente que lo suyo, lo de la "libertad e independencia" es el mayor problema de este país, acaparando portadas, debates y noticieros. Ya sé que todo es cuestiòn de estrategia. Qué desagradable resulta el matrimonio que te impone su ruptura a base de gritos, improperios y desplantes!. Y còmo se agradecen las parejas que en un acto de madurez deciden seguir por separado, negociando, cediendo y renunciando si hace falta, pero en silencio. Sin molestar al vecino. Porque el vecino, seguramente tiene otras preocupaciones, sobre todo si es de Corea del Norte o de Ucrania
ResponderEliminarSerá, a lo mejor, que muchos de ellos viven de ese ruido, y sin él, quedaría claro que ... no saben hacer nada más. Gracias por tu comentario.
EliminarMás (uy, el político no!) o menos de acuerdo con Muriel. Pero he de añadir que la violencia dialéctica viene también del lado español. Cuántas veces no he escuchado con sorpresa a gente conocido, compañeros de trabajo, etc, que ellos no dudarían en llevar los tanques a Cataluña. Como en toda guerra, los dos lados tienen parte de culpa. El porcentaje de cada uno es lo que uno puede opinar subjetivamente.
ResponderEliminarCierto, y sin duda el enfoque por parte del gobierno español ha sido erróneo. Asustados, negando la realidad ... y así les ha ido. PP=11 escaños. Debieran haber sido valientes, reconocer que está ocurriendo, y tener una postura clara al respecto. Esa postura es la que ha adoptado Ciutadans (yo no soy votante de Cituadans, no es propaganda) y así les ha ido. 25 escaños.
EliminarGracias por el comentario.
Pienso que piensas luego insisto en que existes. Muaaa moreno cluny, yo soy fan por los cuatro costaos
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