martes, 29 de septiembre de 2015

ELECCIONES CATALANAS. CONCLUSIONES DESUBICADAS

Las elecciones catalanas han resultado en un muestrario brillante de situaciones contradictorias y declaraciones inconsistentes con la realidad. Las resumo en una serie de aforismos subnormales, seguidos de una pregunta aclaraticia:

Los que dicen que han ganado, han perdido. ¿Quién ha ganado las elecciones?

Hay dos tipos de ganadores: Unos, aquellos que pueden gobernar con holgura según su programa, y otros, aquellos que refuerzan su presencia política aumentando escaños y votos, aunque no puedan gobernar.

Como los que pueden gobernar, van a tener que negociar para poder hacerlo, y ello pasando por encima de declaraciones y promesas inamovibles, sólo dos partidos han ganado las elecciones en términos netos: Ciutadans y el CUP. Comparando sus resultados con los resultados objetivos anteriores, son los únicos dos partidos que tienen más votantes y más escaños que en las elecciones del 2012. El resto ha perdido.


CDC, ERC y CUP pueden gobernar, pero juntos, entonces ¿por qué dices que han perdido?

Porque CDC es de derechas financieras europeístas, ERC es de seudoizquierdas de las de Dame-un-Consejo-de-Administración, y el CUP es de izquierdas nacionalistas antieuropeístas (alucina, vecina). Y todos se necesitan para gobernar. Y además CDC y ERC han pactado un President que el CUP ha jurado no votar. Chúpate esa mandarina.  Eso ocurre por poner la conveniencia del momento por delante de la ideología y de los valores reales.


Los independentistas dicen que están legitimados, y los no-independentistas que aquellos no lo están. Los del la vía del medio dicen que sí, o que no, o que qué pena. ¿Hay legitimidad para el proceso de independencia?

No se sabe, pero aparentemente no. Estamos ante el peor resultado posible: los partidos independentistas han ganado en número de escaños pero han perdido en número de votos. La teoría dice que si fuera un plebiscito – y en eso se ha convertido según declaraciones del bloque independentista – hacen falta mayoría de votos. Es un resultado bloqueador en el que pierden todos.


Los partidos con mayor número de escaños, tienen menos votos que el resto. ¿No debería ser proporcional, más votos = más escaños?

El sistema de circunscripciones hace que los votos de determinados sitios valgan más que los votos de otros lugares. Si Cataluña fuera un circunscripción única y la Ley D´Hont no favoreciera descaradamente a los partidos grandes, el reparto sería distinto y JPS + CUP no tendrían mayoría de escaños. En el resto de España pasa lo mismo. La fuerza de los partidos nacionalistas se basa precisamente en que el sistema de circunscripciones, que solo tiene sentido en las cámaras de representación territorial (Senado), se aplica a los parlamentos (Nacional y Autonómicos) y falsea la realidad. Siempre y cuando creamos que la realidad debe ser 1 votante = 1 voto. Ahora no lo es.


Esta situación me recuerda a algo que estudié en el cole. ¿A qué se parece?

A la situación en la que quedaron Pais Vasco y Cataluña a partir de las Guerras Carlistas. Es una repetición imaginativa. El voto que apuesta por un país único con una única ley se concentra en los núcleos urbanos y cosmopolitas. El voto que apuesta por la independencia y la diferenciación frente a ese país único que sería España, se concentra en los núcleos rurales. Como el voto de los núcleos urbanos vale menos (por lo explicado en la parrafada anterior) que el voto rural, se inclina la balanza hacia ese voto. De hecho los mensajes se parecen bastante, salvo por la parte del “Rey”. Y esto siempre y cuando no aparezca un movimiento catalán monárquico que quiera restaurar la antigua monarquía aragonesa o el Ducado de Barcelona. Dale tiempo, que cosas peores se han visto. En cualquier caso “Patria y Fueros” se parece mucho al mensaje de CIU, de ERC y sorprendentemente al de la CUP.


Esto suena todo un poco anti-independentista, ¿eres anti-independentista?

No soy “anti” nada, y menos de antemano. Pero no estoy de acuerdo con el actual independentismo catalán, lleno de oscuridades y omisiones convenientes. Cuando tengan el valor de hacer un referéndum de verdad, aceptando todas las consecuencias, y cada persona valga un voto, empezaré a mirarlo con más respeto. Yo no creo en el nacionalismo. Y votaría que no. Porque creo que la lucha política se debe centrar en echar a los corruptos primero, y luego en crear un estado verdaderamente democrático, limpio y participativo. No se qué pintan CIU y ERC en eso, después de su trayectoria en el poder. Ni para el caso el CUP. Son señeras del régimen antiguo, y sus miembros, si Franco viviera, estarían de cacería con él.

Sí creo que la situación ha llegado a un punto en el que sólo queda hacer un referéndum de verdad. Y si sale que sí, entonces ver qué ocurre. Pero es un divorcio en el que una parte no quiere divorciarse. Y por lo tanto lo que es inviable es una independencia en la cual los catalanes son españoles para todo menos para el dinero. Si va a haber divorcio, tiene que ser completo. Eso quiere decir que lo único que se negocia es el reparto de los bienes en común, y sólo de aquellos en los que las dos partes estén de acuerdo en qué es común. Para lo demás Cataluña empieza de cero. Sin dobles juegos y sin nacionalidades compartidas. Sólo así la población catalana sabrá qué hay detrás de las promesas de la gente a la que decidan dar la confianza. Y qué significa "independencia" en este contexto.


Por ahora, vale. Una reflexión final que me tiene remontado hace ya tiempo:


NO EXISTE EL SOCIALISMO NACIONALISTA. Marx y Engels fueron muy claros al respecto. La revolución socialista, o es internacional, o no es nada más que interés burgués disfrazado. La última vez que un experimento socialista-nacionalista tuvo éxito fue con Adolf Hitler y su partido Nacional-Socialista. Otra consecuencia indeseada de esa mezcla es la mafia de ETA. Yo no soy socialista. Pero conozco gente que sí lo es, y son gente honesta, luchadora y dedicada a los demás. Y están por encima de esas divisiones geográficas que desvían el interés hacia parcelas dudosas. Y no se merecen que los mezclen con los que utilizan la simbología de izquierdas para reclamar idearios muy de derechas, basados en conceptos casi neo-nazis como una utilización estafadora de palabras como “Patria”, “Nación”, “libertad” y etc. Va por ERC y el CUP. O son de izquierdas, o son nacionalistas. Escojan, o acaben en el nacional-socialismo. O en la mafia.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

ELECCIONES CATALANAS 27-9-2015. INDEPENDENCIA Y LIBERTAD.

Las elecciones catalanas son el domingo, y ahí comienza mi asombro: en principio no es un referéndum sobre la independencia. Son unas elecciones al parlamento catalán. Pero algunos partidos han avisado: apoyarles a ellos es apoyar un proceso de independencia que se pondría en marcha inmediatamente después de las elecciones.

De los argumentos que he oído para solicitar la independencia, he entendido cuatro:

-       España roba a Cataluña.
-       España dominó militarmente a Cataluña.
-       Cataluña quiere libertad e independencia.
-       España es un obstáculo para el desarrollo de Cataluña en todos los órdenes.

No entiendo los primeros tres, ni cómo de ellos se deriva un referéndum; y mi incomprensión no tiene que ver con que yo sea español.

Cataluña pertenece a un sistema solidario en el cual el que tiene más da al que tiene menos. Se aplica a todos los niveles: particular, municipal, autonómico y estatal. Es la base fundamental del estado social. Ocurrirá sean o no independientes. Y siempre habrá alguien en desacuerdo con el reparto. Si la solución es salirse del sistema, se abre ese camino para el futuro en la propia Cataluña.

El pasado es lo único que se puede cambiar. Y podemos hacer un mundo en el que hubo determinadas dominaciones militares si nos viene bien. Pero las hubiera o no, la historia no devuelve nada, incluso aunque la podamos reinventar por conveniencia. Boston no volverá a pertenecer a la corona inglesa, a pesar de que se le arrebató militarmente. Ni España pasará a ser provincia saudí a pesar de que se les arrebató militarmente. Podemos discutir ese pasado, pero ¿basar un proceso de independencia en eso es razonable?

Todos queremos libertad e independencia. Es deshonesto basar un referéndum de tanto calado utilizando dos conceptos tan vagos y tan interpretables. Cualquiera que salga a la calle gritando “¡¡libertad e independencia!!” tendrá inmediatamente una legión detrás apoyándole. Aunque luego sea un reclamo para una estafa piramidal o para vender motos.

El cuarto punto es una cuestión de sentimientos. Y, contra todo pronóstico, ahí sí estoy de acuerdo.

Un vendedor estadounidense me preguntó una vez por mi país, y le dije que era de España. El hombre me contestó “¡Ah! España es ese país en el que la gente se casa para siempre, ¿no?”. Las generaciones españolas entre los 30 y los 60 años somos, por lo que voy viendo, los encargados de asumir para las siguientes generaciones que a veces las relaciones se rompen, y que no es ni pecado ni una monstruosidad separarse. Que se puede hacer con naturalidad y sufriendo el menor daño posible. Otros países ya han hecho ese camino. Ahora nos toca a nosotros.

Lo importante es que no estemos con quien no quiere estar con nosotros. Y esto exactamente me dijo un amigo inglés cuando le pregunté qué opinaba de estas elecciones, a la luz de su experiencia con el referéndum escocés. Le pareció que estábamos armando un lío excesivo a partir una cuestión demasiado simple. Dolorosa, pero simple al fin y al cabo.

En mi opinión el proceso es un error. Estamos mejor juntos. Y muchos catalanes se sentirán estafados cuando comprueben que, pasado este proceso - y salga como salga -, su vida no cambiará a mejor. Su nivel de libertad e independencia no habrá mejorado y sus gobernantes les seguirán robando, como siempre han hecho.

Aun así, si un pueblo quiere caer en la trampa de la publicidad sin contenido, de seguir siendo gobernados por los mismos perros con distintos collares, y de probar suerte a pesar de que las perspectivas no parecen buenas, nada en el mundo lo podrá parar. Ni una supuesta soberanía en peligro, ni un concepto carpetovetónico de España. Es verdad que hay una parte importante de la población que no quiere la independencia. Tan verdad, como que la esencia de la democracia es acatar lo que quiera la mayoría. Y si la mayoría quiere independencia …

Y ello a pesar de que estoy convencido de que el orden lógico sería primero deshacerse de los estafadores que les han gobernado hasta ahora (y que ahora convocan el referéndum); y luego convocar un referéndum limpio en el que se pregunte con claridad y en el que se explique la situación real, y no esa nebulosa presidida por una libertad y una independencia que no significan nada. Parece que una parte importante del pueblo catalán está dispuesto a tragarse a CDC y a ERC con tal de ser independientes. Parece como si no distinguieran bien quién es el verdadero responsable de su situación.

Cataluña se puede ir. Pero no en nombre de la libertad y la independencia. En nombre de la libertad podría hablar un preso político chino, o uno de Corea del Norte. En nombre de la independencia podría hablar un ucraniano. Tampoco en nombre del dinero que España les roba. Porque hasta ahora han sido parte de España, y el sistema es solidario. Ni en nombre de una invasión militar precocinada.

Digan que se quieren ir porque quieren probar suerte, o porque ya no hay amor. O porque tienen una inquietud y creen que sólo la aplacarán caminando solos. Pero libertad e independencia no. Es un insulto para las personas y para los pueblos que de verdad no la tienen.

Y a los catalanes, suerte con lo suyo. Ojalá se cumplan sus sueños, y ojalá en el camino de cumplirlos aprendan algo. Aunque duela.