Podría parecer una cuestión simple: un comportamiento poco
político debiera inhabilitar para ejercer la política.
Más aún, una sensibilidad tosca hacia el sufrimiento ajeno
debiera inhabilitar para ejercer la política.
Así que el asunto está claro: Zapata tenía que
dimitir. De hecho, si esos tuits son un reflejo de su forma de estar en el
mundo, nunca debiera haber estado en política.
Pero no es tan simple.
Ayer, yo estaba asustado: no había reacción por parte de
Carmena. Hoy estoy más tranquilo. Zapata ha dimitido. Y no ha habido histeria:
lo ha hecho él y ha ocurrido pronto.
Todos los que han pedido su dimisión desde el Partido
Popular, y todos los que secretamente deseaban desde el PSOE que se estamparan tanto él como
la formación de Manuela Carmena, se han rasgado las
vestiduras. Sus dientes han rechinado y han gritado desesperados.
Escenificaban, en realidad, su alegría.
No es tan fácil.
El PP y el PSOE no deseaban la dimisión de Zapata. Si fuera
eso, los más de 100 procesados que acumulan entre sus cargos estarían ya
dimitidos. Y no lo están. Y Rajoy habría dimitido, y no lo ha hecho. Y José
Blanco estaría expulsado del partido y no lo está.
Lo que querían era, precisamente, que no dimitiera. Querían
que España entera viera con sus propios ojos que, en el fondo, todos son
iguales. Querían una demostración viva de que la política es el juego al que
juegan ellos, y que ser limpio es imposible.
Si Zapata no dimite, entonces ellos tenían razón.
Todo el plañido y la indignación eran, en realidad, para
resucitar las dos españas y que Zapata se atrincherara y no dimitiera. Es su
juego. Y eso les hubiera valido las próximas elecciones.
Pero ha dimitido.
No haré leña del árbol caído, porque es miserable hacerlo.
Esos chistes de Zapata son malos y estúpidos. Pero se cuentan a diario en este país. Son
una cuestión de educación. Y un político no debe contarlos. Pero de ahí a
solicitar su procesamiento, o este linchamiento público que se está produciendo
… no cuenten conmigo para colgar gente de los árboles en nombre de la pureza.
Más aun cuando los que piden su linchamiento tienen al ex-alcalde de Valladolid
entre sus filas.
Espero ansioso a que, tras la dimisión de Zapata, PP y PSOE
tomen ejemplo y se empiecen a producir las primeras expulsiones del partido
entres sus filas de imputados.